Giralda

Foto: Abel Laborda. Abril 2017.

Entiendo que puede ser paradójico viendo los ejemplos que hay en este blog pero, en general, no me apasiona la fotografía en blanco y negro. Ojo, hay grandes fanáticos de este estilo de fotografía que tienen todo mi respeto (y algunos mi admiración), pero no es mi caso. Y entiendo que gran parte de la culpa la tiene tanta mala fotografía en blanco y negro.

En los inicios de la fotografía, el blanco y negro no era una opción sino una limitación técnica. Con el tiempo y la llegada del color, pasó a ser un recuso más a utilizar: jugar con el color como se juega con la iluminación, la pose o el enfoque. A partir de ese momento, el blanco y negro debería tener un sentido: nostalgia, dramatismo, no querer desviar la atención del observador con el color, … lo que sea, eso ya depende del artista. El problema es que en muchos casos se trata simplemente de fotografías a las que les han robado el color o, lo que es peor, donde el blanco y negro no tiene más sentido que el vano intento de arreglar una mala toma.

Seguramente por esa falta de pasión, mis fotografías en blanco y negro no tienen nada de especial, ¡qué le vamos a hacer! Pero, al menos, siempre fueron disparadas sin el color en la retina.

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